De paso por las calles, entre trabajo y trabajo, o entre trabajo y llegar a casa, en horas de la tarde, se asoman al viandante algunas imágenes que llaman la atención. De vez en vez me detengo en algunas de ellas y fotografío el andar entre tarea y tarea por el Viejo San Juan.
Alguna vez es...
la puerta del Museo de San Juan que da a la Norzagaray, lugar donde también opera los sábados el Mercado Orgánico, haciendo honor a la Calle del Mercado que desemboca en una de las entradas del Museo;
o algunas puertas de la calle Tetuán;
o un velero en la bahía al caer el sol;
o un balcón lleno de trinitarias;
o un banco de plaza desde donde se puede contemplar con serenidad y entusiasmo el Atlántico;
o el Tótem de Jaime Suárez en Ballajá;
o el recuerdo de un farol que se yergue como representante de tantos otros;
o el agua que emana y brota tempestuosa de la fuente en los jardines de Ballajá;
o las ruinas de un edificio arropado en su techo por natura;
o un trozo de la Bahía de San Juan y un lado del hermoso edifico de las Siervas;
o sencillamente otras puertas y balcones en varias calles, no las más conocidas, ni quizás las más transitadas que se imponen al viandante.
Todos tenemos el derecho de captar imágenes; cada recorrido es peculiar. Este ha sido el mío estas últimas semanas y aquí lo comparto: ¿por qué no?.
Sin ser fotógrafa, me atrevo a querer estas imágenes y compartirlas de la mano de Susan Sontag y de Roland Barthes, a quienes asigno en mis clases cuando se comienza a deletrear la palabra "fotografía".
Lista de imágenes:
1-12. Julieta Muñoz