Reformas y sindicalismo en tiempos de crisis: la reciente huelga general en España (parte 1)

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I.

El pasado 21 de diciembre de 2011, tomó posesión y juró su cargo ante el jefe del estado el presidente del gobierno electo por el Congreso de Diputados y líder del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy. Así, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que acababa de recibir el peor resultado desde las elecciones de 1977, pasó a ser el principal partido de oposición, después de dos legislaturas dirigidas por José Luis Rodríguez Zapatero.[1] Ya pasados los primeros cien días del nuevo gobierno, hemos visto grandes manifestaciones en las calles, piquetes y asambleas en áreas de trabajo y hasta una huelga general el pasado 29 de marzo.

¿Cuál ha sido uno de los principales factores que ha incitado estas movilizaciones en las calles y en los centros de trabajo o estudio? Cabe plantear esta pregunta en un contexto en el cual el PSOE, imbuido en la crisis ideológica de la socialdemocracia a nivel global, fue igualmente promotor de políticas económicas y laborales de corte neoliberal, de acorde con el dictado de la llamada troika europea compuesta por el Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea.[2] Ante la profundización de la(s) crisi(s) del capitalismo, los estados de la periferia de la Unión Europea —entiéndase España, Grecia, Portugal, Irlanda e, incluso, Italia— se han visto sometidos a grandes presiones por el llamado “dictamen de los mercados”.

Por ello, el llamado cambio de gobierno, como era de suponer, en realidad vino a significar una continuidad y profundización en la implementación de este tipo de políticas tipo “tijeretazo” o la reforma constitucional para poner límite al techo de la deuda, ambas implementadas mediante acuerdos entre el PP y el PSOE.[3] Así, el gobierno del PP, en sus primeros cien días de gobierno, ha acometido la rápida ejecución de una serie de reformas que inciden sobre todo en la vida laboral y su precarización manteniendo el beneficio de los grandes empresarios y las oportunidades para la especulación financiera.

Fátima Báñez, Ministra de Empleo y Seguridad Social, ha sido la encargada del gobierno de presentar el Real Decreto-ley 3/2012 el 10 de febrero de 2012. El debate plenario en el Congreso de los Diputados se llevó a cabo el 8 de marzo del cual salió ampliamente favorecido por la mayoría absoluta que ostenta el PP con el apoyo de otros grupos como Convergència i Unió (CiU), Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Foro Asturias (FA).

Acto seguido, el día 9 de marzo, los órganos directivos de los sindicatos de concertación, Comisiones Obreras (CC.OO.) y la Unión General de Trabajadores (U.G.T.), aprobaron por unanimidad la convocatoria a la huelga general del pasado 29 de marzo.[4] Dicha convocatoria surge en un contexto en el cual el gobierno y las organizaciones empresariales han llevado a cabo una estrategia de criminalización de la protesta social (como sucedió con los estudiantes del Instituto Lluís Vives de Valencia, duramente reprimidos por los cuerpos policiales ante las protestaspor los recortes en educación implementados por el gobierno autónomo). Asimismo, la convocatoria abre las puertas a un debate sobre el modelo de sindicalismo e incluso la valoración de la huelga como instrumento de lucha.[5]

 

Para ello, en esta primera parte evaluaré algunos aspectos críticos de la Reforma Laboral y también de cómo la misma representa una continuación de las políticas neoliberales que venía implementando el PSOE con presión de la troika o no. Entonces, pasaré a la valoración de la lucha sindical y sus herramientas contra una reforma de este tipo.

II.

La reforma laboral aprobada conlleva una serie de recortes y medidas que perfilan el camino ya iniciado por el pasado gobierno. No hay que olvidar que entre mayo y junio de 2010 el gobierno, dirigido por Rodríguez Zapatero, aprobó otro decreto ley con una reforma laboral que también desembocó en una huelga el 29 de septiembre de 2010. Dicha reforma dispuso la suspensión de la vigencia del convenio laboral, la reducción de la jornada por causas económicas y la facilitación de la procedencia de despido por pérdidas, entre otras polémicas medidas.

En fin, el gobierno socialista, utilizando la trillada excusa de “los mercados y la Unión Europea nos lo imponen”, perfiló una regresión en las conquistas de las y los trabajadores. Además, se disminuyó el sueldo de los empleados públicos, aumentó el impuesto sobre el valor añadido (IVA), se congelaron los ajustes a las pensiones, aumentó la edad de jubilación, se reformó la constitución para poner límite al techo de la deuda y se rescató e indultó a banqueros, entre otras medidas. En resumen, fue el prólogo de lo que ocurriría cuando ganara las elecciones el PP.

¿Y qué medidas trae la nueva reforma laboral? En principio, es una reforma con la cual las asociaciones patronales están muy satisfechas: primera señal de alarma.[6] Primero, la misma prevé para la disminución de salarios, a pesar de lo establecido en los convenios. Además, podrán hacerse cambios unilaterales —en contravención de lo estipulado en los convenios— en los horarios y las jornadas de trabajo. Segundo, la reforma da paso a un abaratamiento del despido; si la empresa presenta una “disminución persistente de ventas o ingresos de tres trimestres consecutivos”, el despido podrá considerarse objetivo. Pero, no sólo flexibiliza este aspecto, sino que las indemnizaciones por este tipo de despido disminuyen de 33 días por años trabajados a 20 días.

Tercero, las empresas podrán presentar estos despidos masivos (Expedientes de Regulación del Empleo) sin necesidad de contar con el acuerdo del Ministerio de Empleo. Cuarto, los convenios colectivos perderán su vigencia si no se llega a un nuevo acuerdo en dos años. Anteriormente existía la ultra actividad que prolongaba su vigencia indefinidamente hasta que se lograran nuevos acuerdos.[7]

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Por otra parte, y entre otras medidas que suponen un retroceso para el derecho al trabajo digno, se encuentran los recortes en beneficios por la maternidad y la posibilidad del despido por la prolongación de una baja por enfermedad. Es, en conclusión, una reforma laboral producto de la imposición del gobierno en concordancia con los sectores de la patronal la cual precariza el trabajo, facilita el despido y se ajusta al modelo que impone la troika a los países de la periferia de la UE. Tanto los socialdemócratas como los conservadores democristianos o liberales han sido igualmente facilitadores de las múltiples crisis que atraviesa el sistema capitalista y, ante ello, cabe preguntarnos por las alternativas de la resistencia sindical en sus luchas y el papel de movimientos como el 15M ante la necesidad de plantear alternativas al sistema capitalista.

La segunda parte de este análisis será publicado el próximo lunes, 9 de abril de 2012.

Notas:

[1] Se toman en consideración los resultados del apoyo obtenido por el PSOE desde la reinstauración de las elecciones en 1977. El PSOE fue fundado en 1879 por Pablo Iglesias.

[2] Para leer más sobre otros aspectos de la crisis ideológica de la socialdmeocracia, ver: Polo Higino, El fracaso de la socialdemocracia, o Gallego-Días, S. ¿Hay futuro para la socialdemocracia?

[3] De ahí que en los múltiples movimientos asamblearios surgidos después del 15M se siga coreando la consigna de “¡PP-PSOE, la misma mierda es!”. Cabe resaltar que valdría la pena debatir sobre cómo finalmente se manifestaron las dos esencias presentes en el movimiento asambleario del 15M: uno reformista y otro de corte anticapitalista. La vertiente reformista del movimiento intentó proyectar a corto plazo las movilizaciones en resultados electorales. Finalmente se demostró que cuando la división es más que patente, no es conveniente llevar a cabo proyecciones sobre la traslación de la movilización al campo electoral.

[4] Con el concepto concertación me refiero a que son los sindicatos que en las elecciones sindicales han ganado el apoyo de las bases de trabajadores para negociar o conciliar con los empresarios y patronos tanto del sector privado como con el gobierno.

[5] En Grecia, con más de diez huelgas generales convocadas desde el inicio de la crisis en 2008, no se ha podido aglutinar toda la fuerza necesaria para revertir el proceso impuesto por la dictadura de los mercados y la troika. Grandes manifestaciones han sido vistas como hitos de resistencia a las medidas de austeridad y como índice de la rabia popular. Sin embargo, a corto plazo, no han provocado cambios en el panorama social.

[6] Las risas y los disimulos bastan. Ver: Público, Serios, muy serios, que si no…".

[7] Ver a la actual vicepresidenta del gobierno hacer una crítica a la reforma laboral del gobierno del PSOE en junio de 2010: en esa entonces, desde la oposición, planteó una crítica a lo que actualmente hace el gobierno del cual es parte. La reforma laboral que ha sido aprobada facilita aún más el despido de trabajadores y varios miembros del gobierno han admitido que no creará puestos de trabajo. Por otra parte, tampoco ha habido negociación con el sector sindical.

Lista de imágenes:

1. Concentración en la Puerta del Sol, Madrid al finalizar día de Huelga General en España (Foto por Álvaro Barrientos/AP Photo).
2. Soraya Sáenz de Santamaría y Fátima Báñez.
3. Mariano Rajoy como Edward Scissorhands.
4. furlin, "Valencia_29M_4", 2012.